El mundo está viendo a sus anfibios desaparecer. La pérdida de sus hábitats, la contaminación ambiental y el cambio climático, causados por los humanos, tienen a más del 30% de las especies en riesgo. Además, está la severa amenaza del hongo quítrido, responsable de una enfermedad letal que aún no se sabe mitigar.
Ante esta situación, distintos países han establecido programas de conservación, incluyendo Panamá, con el Proyecto de Rescate y Conservación de Anfibios de Panamá (PARC) en Gamboa, que administra el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI).
A través de la reproducción en cautiverio y la creación de poblaciones estables, se previene la extinción de las especies en peligro. También se generan oportunidades para hacer investigación sobre las amenazas que enfrentan estos anfibios. A medida que las poblaciones superan la capacidad del centro, los científicos las pueden aprovechar para hacer experimentos diversos.
En el caso del PARC, donde hay cinco especies de Atelopus —incluyendo la rana dorada A. zeteki— algunas de las más amenazadas por el hongo quítrido, varios años de investigación han resultado en una serie de avances sobre distintos aspectos de la conservación de estos animales. Los detalles se publicaron recientemente en un artículo en la revista Biological Conservation, en el que participaron los científicos del Smithsonian Roberto Ibáñez y Brian Gratwicke.
Para empezar, la ranas enfermas traídas de la naturaleza permitió mejorar los protocolos para la detección y el tratamiento de la enfermedad. También, se descubrió que las ranas toleran mejor la infección en condiciones cálidas y secas, que en climas templados.
Uno de los objetivos principales del PARC es la eventual reintroducción de las especies amenazadas en su hábitat natural y el restablecimiento de poblaciones silvestres en el país. Con ello en mente, los científicos han creado mapas que identifican las regiones más apropiadas para la supervivencia de las ranas.
Para estudiar la transición de las Atelopus cautivas a la naturaleza, se han realizado liberaciones de prueba con las ranas excedentes. Estas han permitido a los investigadores experimentar con distintos métodos de reintroducción y de monitoreo post-liberación.
Aunque difícil de hacer, el monitoreo después de la liberación de las ranas permite a los científicos conocer qué otras amenazas enfrentan en la naturaleza, en qué etapa del desarrollo es más conveniente liberarlas para su supervivencia, o si logran recuperar la toxicidad natural que pierden en cautiverio.
Un reciente y prometedor descubrimiento, por algunos científicos del Smithsonian y de otras instituciones, demostró que algunas poblaciones de anfibios han desarrollado secreciones de piel que resisten el hongo quítrido. Las ranas con este rasgo evolutivo podrían introducirse en hábitats donde existe el hongo. Otro enfoque posible sería criar ranas resistentes al hongo, aumentando las secreciones antifúngicas en su piel, pero se requiere de más investigación para progresar en esta dirección.
Finalmente, en el laboratorio se está avanzando sobre la crioconservación de tejidos y esperma de las Atelopus panameñas, un proceso de preservación a temperaturas muy bajas para su uso en el futuro, que permitiría incorporar eventualmente la reproducción asistida entre las estrategias para salvar a las ranas de Panamá.