En 2017, los estudiantes de doctorado de Virginia Tech, Angie Estrada y Daniel Medina, realizaron el primer ensayo de liberación de ranas arlequín limosa criadas en cautiverio en la Reserva Valle del Mamoní. Su estudio tuvo como objetivo determinar cómo los animales criados en cautiverio, de 1 año de edad, hacen la transición de condiciones de cautividad a condiciones naturales. Para amortiguar un cambio brusco en las condiciones ambientales y permitir que los investigadores capturaran las ranas nuevamente, diseñaron 30 mesocosmos cuadrados hechos con malla plástica. En reintroducciones biológicas, el colocar animales en un recinto temporal antes de liberarlos se conoce como “liberación suave”. Ellos rellenaron la capa inferior del mesocosmos con hojarasca recolectada del suelo del bosque, rica en invertebrados, una dieta muy diferente a la de los grillos y moscas de la fruta con el que el personal del Centro de Rescate y Conservación de Anfibios de Panamá suele alimentar a las ranas. Cada mesocosmos albergaba un solo animal que fue monitoreado diariamente durante un mes.
Se sabe que el cautiverio puede alterar los microbiomas de la piel de los anfibios y otros animales cautivos, y que el microbioma es un componente importante de la defensa inmune de los anfibios. Este estudio encontró que individuos de Atelopus limosus silvestres y cautivos tenían microbiomas muy diferentes, pero que después de un mes viviendo en los mesocosmos, el microbioma de la piel de las ranas nacidas en cautiverio había cambiado rápidamente para parecerse al microbioma de los individuos silvestres. Una preocupación acerca de mantener ranas en cautiverio durante períodos prolongados de tiempo es que podrían perder microbios simbióticos que los ayudan a sobrevivir en la naturaleza, lo que podría reducir la sobrevivencia de los animales criados en cautiverio, pero este estudio encontró que el microbioma de la piel se reconstruye rápidamente.
Los mesocosmos funcionaron como herramientas útiles para proteger a las ranas de los depredadores más grandes, aunque las hormigas guerreras depredaron a una de ellas. Las hembras perdieron peso y bajaron de condición corporal más rápidamente que los machos, pero al final de la prueba su condición se parecía a la de los animales encontrados en la naturaleza. Alrededor del 15 % de las ranas se infectaron con el hongo quitridio durante el primer mes, en comparación con el 13-27 % de prevalencia de este hongo patógeno en la comunidad de especies de anfibios silvestres existente en el sitio.
Estrada, A., Medina, D; Gratwicke, B, Ibáñez, R, Belden, L (2022) Condición corporal, comunidades bacterianas de la piel y estado de la enfermedad: Perspectivas del primer ensayo de liberación de la rana arlequín limosa, Atelopus limosus. Actas de la Royal Society B. https://doi.org/10.1098/rspb.2022.0586